jueves, 12 de julio de 2007

Jugando con la reina en su lecho al ajedrez

Por Antonio Garcia Vargas

Desde Andalucía, España, os envío un par de sonetos, uno tradicional y otro isabelino de temáticas totalmente diferentes.

Jugando con la reina en su lecho al ajedrez

Por el tablero avanzan los peones,
en ristre la alabarda bien alzada,
la cara por el miedo amoratada
y el ansia de luchar por sus pendones.

La estrategia no sabe de razones;
tras ellos los alfiles, camuflada
su magia fabricando la emboscada
con sus fieros caballos percherones.

Mil guardias en las torres al acecho,
el rey entre bostezos, muy pulido,
pide a la reina salga de su lecho.

La bellísima dama, enfurecida
da jaque en un lance bien medido
y en el siguiente acaba la partida.

*

Yo soy la incierta luz del horizonte
(a la memoria de Dulce María Loynaz)

Soy un punto de luz, soy una estrella,
soy un ser colosal en miniatura,
un vientre universal por mí destella,
soy latido carnal sin estructura.

Soy memoria final del horizonte,
soy del mundo abisal polifonía,
en mi líquido gris, como el sinsonte,
soy feliz sin pensar en la jauría.

Mas un día naceré de entre mi sueño,
¿naceré con mi cáscara o sin yema?
¡nacer o no nacer! ¿soy yo mi dueño?
¡oh, Hamlet, ser, no ser, crucial dilema!

¡Aun siendo apenas vida que se asoma,
ya siento la guadaña que me toma!

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