Por Roberto Bustamante Vélez
Ahí, tus tres amores lloraron por tu ausencia:
Tu familia, tus amigos y el juego escaqueado.
El tónico de vida fugaz se fue muy lejos
A coronar peones o acariciar trebejos.
La dama del tablero, cual símil de la vida,
Te acompañó nostálgica.
Era era tu madre.
Y el monarca, tu padre.
Tu hermano, un alfil
Que expectante miraba el desenlace.
A ti, como a todos los niños del planeta,
Te dedicamos ese poema inmenso:
“A todos los niños que juegan ajedrez”
Permaneciste poco en el camino de la vida,
La perdiste muy pronto como en las aperturas,
Pero perenne quedará tu recuerdo.
domingo, 29 de julio de 2007
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