jueves, 28 de junio de 2007

Ajedrez Und Schach

Por Ramírez Villegas Ari Ben

El maestro que sepa mover al caballo,
Que no pretenda jugar con alfiles,
Mejor que mueva a este, como un rallo,
Y que la pieza no arda como los candiles.

El rey cena en un final a los peones,
¿Cuándo jugará con las torres?,
Este final llegará hasta en eones,
Pero ese final, no lo borres.

¿Qué es el ajedrez sino piezas talladas?,
Es un gran juego en realidad,
Donde las combinaciones son halladas,
Y las piezas juegan con solidaridad.

Las piezas se mueven sobre un tablero,
Relinchando los grandes caballos,
Estrujando al piso las enormes torres,
Y luciéndose esa dama junto a su rey.

Y entonces llega el maestro Karpov,
se sienta en su silla frente al tablero,
llega el campeón Kasparov,
comienza el match entre campeones,
Karpov juega con sabiduría,
Kasparov nos deslumbra con sus combinaciones,
demostrando toda la experiencia y teoría,
Que levantan nuestras emociones.

El maestro Anand juega en la India,
con él compite en maestro Ivanchuk,
y entre juegos Anand, con el lidia,
Por las partidas que ambos disputan.

La maestra Judith Polgar muy inteligente juega,
quien con ella compite Susan, su hermana,
y ella, las tablas le ruega,
ya que no desea jugar esa partida vana,
Kasparov vence a Judith quien gana torneos,
Le demuestra sabiduría y análisis.

Lasker toma la partida contra Capablanca,
y amos juegan una buena apertura,
el juego es cerrado, parece una tranca,
pero ambos mantienen la cordura,
y el maestro Lasker se arranca
a jugar la combinación que perdura,
Capablanca no se rinde ante la presión,
Lasker tiene una partida en la bolsa
y el maestro juega con gran emoción,
Raúl parece solitario en el mar con una balsa,
Porque sus piezas ya no le dan atención.

Después de unas horas Capablanca descubre,
Lasker no parece que se precipita,
el maestro Raúl ataca a sus piezas y las cubre,
para que Lasker no las mueva de su lugar,
Capablanca Remata la partida,
y triste, Emanuelle regresa a su hogar.

Pero cómo juegan los grandes maestros,
Espero que esa sabiduría,
Los haga de los nuestros,
Para que pensáramos como ellos, quién diría.

El ajedrez es como una nube,
Hay veces que se deshace y desaparece,
Llega al aire y de ahí sube,
Ya que de fuerzas no carece.

No sabemos como ganar una partida
No hay método que garantice la ganancia,
Es la victoria larga y difícil como la vida,
Pero hay que tener un poco de perseverancia.

Que el alfil juegue,
las torres cierren columnas,
los caballos resuenen,
sus bellas herraduras,
que los reyes cenen,
Los peones que les sirvan.

Aquel que diga que el ajedrez aburre,
no sabe que es el maravilloso juego,
y no nos importa lo que susurre,
y su desconcéntrico ego,
esa persona a la ayuda acurre,
ya que jugar debe saber,
Para no ser como todos los que no juegan ajedrez.


El maestro Alekhine remata la partida,
mientras las piezas enemigas,
se preparan para la huida,
corren por el tablero como hormigas,
y el enemigo los problemas anida,
crecen los problemas y matan a las piezas,
el rey solo, se prepara para la caída,
y el rey se rinde.

Que partida de ajedrez tan bella dicen todos,
el enemigo, las negras, perdieron vergonzosamente,
Pero, ¿para criticar la partida de los demás, quiénes somos?
Ya que el maestro juega muy inteligentemente.

El ajedrez es una arte,
jugarlo ayuda a la paciencia,
como el maestro que puede evaluarte,
Del gran juego-ciencia.

Que nos salve Caissa diosa del ajedrez,
O que lo haga Traha,
Pero que la victoria no se escape como un pez,
Pero que no se nos esconda como la paja.

Salta el caballo de plata al centro,
el rey enemigo se enroca,
el caballo llega hacia adentro,
Refuerza la defensa como una roca.

Las torres se ponen en acción,
los alfiles atacan varias casillas,
los peones juegan con ambición,
parece que recorren millas,
y el enemigo se pone en presión,
Por las poderosas horquillas.

Entonces el rey cae del tablero,
el enemigo le grita esto:
si te calificasen por el juego, tendrías cero,
Él arroja sus esperanzas al cesto,
y le dicen al ganador, eso mero,
Así se juega, olvídate del resto.

Atrévase a ganar el juego,
Ya que poder sacar ventajas es complicado,
Pero las celadas déjelas para luego,
Ya que las ventajas se han sacado.

Los caballos despostillan el tablero,
Las torres encierran al rey,
Pero no rematan al monarca nunca,
Eso ya parece una ley,
Como la moneda que se trunca,
O la dulzura de la fruta del mamey.

Los alfiles rezan para derrotar
Al enemigo tan ambicioso,
Fuerte de acabar,
Con la fuerza de un gran oso,
En un cueva que hay que cavar,
Al final del pozo.

El rey se mueve lentamente,
Con una esperanza en el bolsillo,
Aún así juega peligrosamente,
Como el golpe de un martillo.

La dama de la que mucho conocemos,
Nos gana la partida sobre el rey,
Y eso es tan fácil que lo vemos,
Como la planta del maguey,
Dando espinas a la que lo corta,
Y haciendo al final una rica bebida,
Después del rey que se comporta,
La bebe como si de eso dependiera su vida.

Las torres dan gran belleza,
Juegan fuertemente,
Como una potente fiereza,
Para atacar sabiamente,
La posición sin pereza.

Los peones son armas destructivas,
Pero tras tantos ataques,
Conciben ideas constructivas,
Guardándolas en empaques,
Para así sacarlas y que sean atractivas.

Todas las piezas pueden hacer maravillas,
Son tan frágiles y bellas,
Y relucientes como las hebillas,
Tan solo como lo saben ellas.

Demuestra que ganar no es difícil,
Ganar sólo necesita la práctica,
Es algo dócil,
Que conoce la táctica.

Aquí acaba el poema,
Pero que la magia del ajedrez,
Sea tu lema,
Porque tal juego no te enseña más,
Que como dicen otros,
Aún así los demás.

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