Por José Rincón
Dos ejércitos gemelos
que luchan sin cuartel
sobre el angosto paso de un tablero.
Sesenta y cuatro casillas,
blancas y negras,
para treinta y dos fichas.
Peones tranquilos
tras los que se esconden
inquietos guerreros.
Peones pasados y unidos
presagian graves peligros.
Peones coronados,
metamorfosis letal.
Caballos diabólicos
buscan dobles amenazas.
Alfiles suicidas
lanzan como dragones
sus llamaradas mortales.
Torres dobladas
imponen un terrible bloqueo.
Damas atacadas
y damas destructivas.
Reyes que defienden
y reyes que se rinden.
Jaques y jaques mate.
Mates evitables,
mates evitados,
mates conocidos,
mates olvidados.
Tablas por ahogado.
Movimientos rutinarios
y combinaciones sorprendentes.
Parejas de alfiles que no sirven.
Peones doblados que vencen.
Piezas que se ganan,
partidas que se pierden.
Celadas...
El ajedrez es tan lógico
que se vuelve mágico.
sábado, 30 de junio de 2007
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